sábado, mayo 19, 2007

La tiranía de la pantalla

Lunes. No sé si lunes o martes. Cada carretera posee su propia escenografía. Pasar por Cuacnopalan a las 11 de la mañana o a las 5 de la tarde. Luego abordar la carretera rumbo a Tehuacan. El cambio de paisaje es drástico. Las paredes calizas, el cielo de un azul quemante, sólo nopaleras; luego, una zona boscosa. El descenso por las cumbres de Acultzingo. El aire frío. Una niñas nos hace señas para que podamos bajar en la curva. Le damos cinco pesos. Nos pide para su refresco. Dice que no le alcanza. Su hermanito está casi al borde del precipio. ¿De dónde salieron estos niños?
Jueves. Pasar por los bosques de Chignahuapan y Zacatlán. Luego, bajar los 15 kilómetros rumbo a Huauchinango. La tierra nos llama. Córdoba y Huauchinango se parecen mucho. Una observación detenida encuentra más coincidencias que diferencias. Es la tierra la que nos llama.
Voy corriendo a la tienda de papeles -hiperlumen- a buscar una libreta. Quiero escribir de verdad, quiero escribir con una pluma de tinta, sintiendo como el papel absorbe la tinta. Sólo encuentro un par de libretas de dibujo. Pero mi presupuesto no da para tanto. Uno extraña esa sensación de la escritura corporal. Esa sensación inmediata en la que el cuerpo dicta las palabras. La poesía es un asunto de espacio. Un papel amplio, espacioso, claro, inmaculado. Una pluma negra, mojada en la tinta. Esa caligrafía que la máquina omite. Ese mundo de sensaciones no existe en la escritura electrónica.
También extraño mi máquina de escribir mecánica. Aprendí a escribir en una máquina de escribir Lettera. Luego ocupaba una vieja máquina Remigton a la que mi papá la limpiaba los tipos para que escribiera las letras con claridad.
Ahora, la laptop me tiraniza. Recuerdo alguna vez que al mirar la película Stand By me el escritor de las aventuras de la pandilla de niños escribía su relato en una PC. Realmente quise tener una PC. Las primeras cosas que escribí las redacté un domingo por la mañana en una PC Corona de monitor verde. Ese verde destelleante e impúdico con el que los relojes digitales de los 80´s nos daban las horas. Realmente esta es una moda. En algunos años, y no se necesita ser un gurú tecnológico para avizorarlo, las bitácoras electrónicas serán un vil remedo de nuestros intentos de escritura en los viejos cuadernos de papel Bond, en las hojas de papel de Estraza o en los cuadernos de dibujo.

No hay comentarios.: