Ardiente, en la frágil página del deseo;
ciego como un taumaturgo del rock
obsceno como una dama araña del Garotos
clamó por un sitio de internet
por un portal web donde contar historias grises
Tú tiras a la basura tus cuentos
yo te ruego que los rescates del cesto de la basura
andamos por la ciudad al ritmo de un drum viejo y ochentero
luego de probar un desayuno de pueblo, que se yo unos chilaquiles
o un mole por la mañana.
La concupiscencia de hablar de los demás siempre nos traiciona
aprendemos muy tarde a cerrar la boca
pero no podemos pedalear en la bicicleta fija, es de noche,
no hay oro en nuestro bolsillo pero la alacena tiene lo suficiente:
corn flakes, verdura deshidratada, la cecina se acabó.
Ya duermes como una diosa de mejillas sonrosadas,
humedecidos tus sueños como los de un Job meditérraneo
donde colmas tus deseos pretéritos, acunas bajo el cielo la desdicha y
un poco de buenos amigos a los que consuelas,
prefiero verte así que entonar un riff de la mala suerte
Oremos, pues, para que el día sea puro como el agua del
garrafón de doce pesos, o tan honesto como aquel vagabundo
que encontramos siempre en las plazuelas de la ciudad
Mañana será otro día y tú serás la misma, descansa, ten buenos sueños
que tu cuerpo, como la tierra que nos espera, se recupere, de tantos malos días, de tantos
malos tratos, de los golpes de la infancia, que se yo,
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